Muy valientes mi mujer y yo fuimos a Ikea a por los nuevos armarios para la habitación. Esos armarios suecos impronunciables, escritos con más de quince consonantes y dos vocales, con mas piezas sueltas que la granja de ponis de Pin y Pon y la típica llavecita estándar para apretar todos sus tornillos, las cuales estoy coleccionando y llevo ya... espera que cuente... unas... ¿doscientas?
Nos trajimos todos los paquetes en el coche. Aquel día mas que un coche parecía una lata de sardinas. Mientras yo conducía, mi mujer tenía que colocar las piernas entre los sobacos para hacerle hueco a la cómoda Gronhklolm. Que bien nos hubiera venido una berlingo...
Ahora tocaba lo peor, el montaje. Aquel manual de instrucciones parecía la Biblia escrita en verso, no había por donde cogerlo. Lo gracioso de estos manuales es que no viene escrito paso a paso su montaje, sino que mediante dibujitos muy monos, algunos casi imposibles de descifrar. Los jeroglíficos egipcios chupados en comparación a estos. Del fondo del cartón aparece un saco con todo tipo de tornillos, lleva más que Frankenstein...
Estuvimos por llamar al de Bricomanía, que es capaz de montar una catedral con un par de maderas y un taladro, aunque también pensamos en McGiver. Finalmente le echamos valor y comenzamos a montarlos. Empezamos tan mal que en lugar de una cómoda, aquello parecía un sofá Chiselongue...
A día de hoy y después de mucho esfuerzo, por fin hemos terminado la habitación. Ha quedado bastante bien para haber sido nosotros los diseñadores y montadores. Si alguno de vosotros esta de reformas y necesita de estos servicios, por favor, no penséis en nosotros. Yo os doy el teléfono de Benito y Manolo, especialistas en gotelé. Hay reformas que no se pagan con dinero, para el resto Media Markt. Yo no soy tonto.